El ombligo tenía frío,
la pelusa lo tapó.
Ella tenía hambre
y de ropa se alimentó.
Ella gordita y peluda,
él, pequeñito quedó,
estaban muy a gustito,
siempre a oscuritas los dos.
En nochevieja decían,
que todo se acabaría,
pues la dueña del ombligo,
ducharse le tocaba ese día.
Pero los vió tan tiernos y unidos,
que no se quiso duchar,
mal olería otro año,
pero separarlos, jamás!.
Y así continúa la historia,
del ombligo y su pelusa,
que sigue creciendo en la tripa,
y aparenta una medusa.
2 comentarios:
Qué historia de amor tan entrañable. Otro año sin ducharse para poder estar juntos. El sacrificio del amor es lo que tiene, pero y lo a gusto que está uno!
Pues claro!
El amor dicen que es ciego y yo digo que es sordomudo e inoloro!
¿Verdad que los novios recientes no huelen más que bien?
Publicar un comentario