21 septiembre 2009

Espejito, espejito mágico...


Era igual que su progenitor,
solo le faltaba el bigote...
aunque, fijándome bien,
joder ¡era igual que su padre!.

Tanto era así que al verlo
aunque fuera de lejos,
se llenaba de odio, malestar,
amargura y desazón.

Le maldecía por todas esas cosas que,
sin ni siquiera saberlo,
ella llevaba dentro
sin reconocer y sin curar.

Dicen que las personas que nos rodean,
se comportan como nuestros espejos.
En algunos vemos solo la hermosura,
y otros son tan fieles a lo peor de nosotros,
que nos hacen protestar y enfadarnos tanto
que hasta duelen.

2 comentarios:

ISA dijo...

dos iguales no hay. a lo mejor hay que limpiar un poquito el espejo.
hablaba el otro dia con una sabia mujer sobre este tema.
una vez pasada la horrible visión de la sombra, asombra observar (jajajaj) que ahí está nuestra fuerza, nuestras mejores cualidades, nuestra esencia.
me encanta la imagen que has elegido! fuerte abrazo!

noelia dijo...

A veces creo que haría falta una vida para mirarse al espejo y otra para retocarse y acabar limpiándolo.
Pero vaya que, así también es emocionante.
Al final, creo que a mí me gusta cómo está montado todo ésto.
Tal y como es.