27 mayo 2009

Si llegamos a ancianitos...



No caigamos en el Asilo de las hermanitas que desamparan.
La imágen es un fiel reflejo de lo que allí ocurrió:
Ya por el S. XVII, los más necesitados de Valencia,
acudían a pedir caridad y limosnas a la (aparente) acogedora Casa Asilo de estas hermanitas.
Cuentan que estas monjitas,
no hacían más que intentar convencer a los pobres,
que se alimentaran de plegarias y buenas acciones,
pues así lloverían mendrugos de pan y apetitosa mezcla de los reinos de los cielos.
Allí quedaron, petrificados, sin amparo alguno, antes de que ocurriera el milagro.
Y es que claro, esperar milagros y más por parte de lo eclesiástico,
es lo más absurdo que podemos esperar.
Una absurda espera pudre, endurece, acartona...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Las monjas adoran a su Dios que no existe
mientras el Papa aprieta el gatillo
y dice 'Dios no existe'

es una imaginación de la Iglesia
que está muriendo poco a poco;

los ateos lloran al pie de una estatua.
Y el mundo dice 'Dios no existe'

es una imaginación del Papa
mientras los ateos
lloran y lloran por su belleza perdida

y Dios ya no existe
está llorando en el infierno.

Esta es la estatua entera de la nada.

isa dijo...

no entiendo lo que dice este anónimo. la entrada me ha gustado mucho. es el equívoco, por ignorancia o por ganas de mandar (vete tú a saber) del verbo "esperar" que ha diseminado la iglesia a lo largo de siglos. y ahora creemos que esperar es no hacer nada porque "algo externo a nosotros" (que no valemos nada), lo traerá. en fin, "a dios rezando y con el mazo dando". determinación y confianza! no sabían ese dicho popular las monjitas tacañas?