Dicen que el hábito, no hace al monje,
aunque yo creo que sí.
No se quien fue el primer sol,
si el de la camiseta
o el de la persona que tanto la luce.
La cosa es que entre una y otra
(camiseta y dueña),
se iluminan mutuamente
y en perfecta correspondencia.
Si una está paliducha,
y con falta de color,
se unen y se dan vida,
mágica y ferozmente.
Me alegra que me encarguen camisetas
y verlas que sienten tan bien.
Besos Marisona!!!