
Algunas imágenes desagradables,
quedan "impregnadas" en nuestra mente y retina
para varios días, meses o años.
Entran en nuestra cuerpo, mente y alma como fogonazos
y así, cada vez que cerramos los ojos,
se repiten una y otra vez.
Sin tregua.
No sirve el compensarlas mirando primaverales atardeceres,
flores hermosas o bellos rostros.
No hay salida.
No elegimos nosotros.
Las imágenes desagradables
se marchan cuando quieren.
El otro día en el metro:
ví a una japonesa vomitar sin límites.
Tuve cerca a una señora muy pomposa,
con pendientes gordos de perlas,
engullendo morros de cerdo,
mientras goteaba aceite por cada poro de su piel.
También tenía delante a un tipo bastante aceitoso,
con chancletas y calcetines, bermudas y lo peor,
la camiseta del Realísimo Madriz.
Han pasado 2 ó 3 días y cada vez que pestañeo, tengo angustia.
Por dios pido: que ésto acabe de una vez.